himno nacional

 Luego de un detenido estudio finalmente los comisionados recomiendan la expedición de un decreto que declare intangible al Himno Nacional del Ecuador con la letra de Juan León Mera Martínez. El Congreso Nacional declaró Himno Oficial e intangible a los versos del autor ambateño, con fecha 29 de septiembre de 1948. El Ejecutivo sancionó el decreto legislativo el 8 de noviembre y en el Registro Oficial No. 68 del 23 de noviembre se publicó dicha letra. Era presidente de la República Galo plaza Lasso. El Día del himno Nacional en ese entonces fue el 8 de noviembre. Al cumplirse, en 1965, el primer centenario de la letra del Himno Nacional, la Junta militar del gobierno que regía el país procede a declarar el 26 de noviembre de cada año como Día del Himno Nacional del Ecuador. El decreto se expidió el 24 de noviembre. La dictadura del Consejo Supremo de Gobierno, por decreto del 11 de marzo de 1977, dispone la supresión de ciertas repeticiones en el Himno Nacional al objeto de hacerlo menos extenso. El 15 de marzo de 2001 el Congreso Nacional declaró la oficialidad e intangibilidad de la letra y música del Himno, con la tonalidad en mi mayor en la introducción, el coro, la estrofa y el coro.


CORO

Salve oh patria mil veces oh patria!

¡Gloria a ti! (2 veces)

Ya tu pecho, tu pecho rebosa,

gozo y paz ya tu pecho rebosa,

y tu frente, tu frente radiosa

más que el sol contemplamos lucir.

ESTROFAS

I

Indignados tus hijos del yugo

que te impuso la ibérica audacia,

de la injusta y horrenda desgracia

que pesaba fatal sobre ti,

santa voz a los cielos alzaron,

voz de noble y sin par juramento,

de vengarte del monstruo sangriento,

de romper ese yugo servil.

II

Los primeros los hijos del suelo

que, soberbio, el Pichincha decora,

te aclamaron por siempre señora,

y vertieron su sangre por ti.

Dios miró y aceptó el holocausto,

y esa sangre fue germen fecundo

de otros héroes que atónito el mundo

vio en tu torno a millares surgir.

III

De estos héroes al brazo del hierro

nada tuvo invencible la tierra,

y del valle a la altísima sierra

se escuchaba el fragor de la lid.

Tras la lid, la victoria volaba,

libertad tras el triunfo venía,

y al león destrozado se oía

de impotencia y despecho rugir.

IV

Cedió al fin la fiereza española,

y hoy, oh Patria, tu libre existencia

es la noble y magnífica herencia

que nos dio el heroísmo feliz.

De las manos paternas la hubimos,

nadie intente arrancárnosla ahora,

ni nuestra ira excitar vengadora

quiera, necio o audaz, contra sí.

V

Nadie, oh Patria, lo intente. Las sombras

de tus héroes gloriosos nos miran,

y el valor y el orgullo que inspiran

son augurios de triunfos por ti.

Venga el hierro y el plomo fulmíneo,

que a la idea de guerra y venganza

se despierta la heroica pujanza

que hizo al fiero español sucumbir.

VI

Y si nuevas cadenas prepara

la injusticia de bárbara suerte,

¡gran Pichincha! prevén tú la muerte

de la Patria y sus hijos al fin

Hunde al punto en tus hondas entrañas

cuanto existe en tu tierra, el tirano

huelle solo cenizas y en vano

busque rastro de ser junto a ti.



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